Vingegaard gana en Limone-Piemonte y toma el liderato de la carrera

<p><strong>Jonas Vingegaard</strong> enseñó las uñas para arañar. Ya enseñará en su momento los colmillos para morder. Arañó segundos en la primera llegada en alto de la Vuelta (casi escribimos del Giro), en el puerto de Limone-Piemonte, 1.383 metros de altitud, de segunda categoría, 10 kms. al 5,1% de desnivel medio, con unos cuatro últimos kilómetros más exigentes.</p>

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 El danés se sobrepuso a una caída sufrida por la lluvia y superó a Ciccone en la meta. Los favoritos, en un pañuelo en la general, con Ayuso a 12 segundos.  

Jonas Vingegaard enseñó las uñas para arañar. Ya enseñará en su momento los colmillos para morder. Arañó segundos en la primera llegada en alto de la Vuelta (casi escribimos del Giro), en el puerto de Limone-Piemonte, 1.383 metros de altitud, de segunda categoría, 10 kms. al 5,1% de desnivel medio, con unos cuatro últimos kilómetros más exigentes.

El danés ha venido a la Vuelta para ser primero. Es su tercera participación y en las dos anteriores anduvo de secundario forzoso. En 2020 ayudó a ganar a Roglic. En 2023, segundo, el equipo decidió que venciese Kuss. Así que ya le toca ser cabeza de cartel. Además, viene de perder el Tour. Ante Pogacar, es cierto. Pero no deja de ser una espinita que se quiere sacar.

Los favoritos lo dejaron todo para última hora. Y en los metros finales estalló una bomba de fragmentación en un pelotón bastante nutrido aún. Entre la niebla emergieron, poderosos y agónicos a un tiempo, los pesos pesados. Y, de entre ellos, Vingegaard, que se había caído a causa de la lluvia, y Ciccone. En el último metro, el danés superó al italiano por una cuarta. Detrás, Gaudu, Bernal, Almeida, Gall, Hindley, Ayuso, Jorgenson y Pidcock, que también había besado el suelo con la misma ausencia de daño.

Vingegaard ya encabeza la general, con Ciccone a cuatro segundos. Los demás favoritos se reparten en un pañuelo. Ayuso se queda a 12 segundos. Nadie ha ganado nada. Nada definitivo. Nadie ha perdido nada. Nada decisivo. Pero las cartas están sobre la mesa y se hallan bien repartidas, aunque Vingegaard parece disponer de comodines.

La Vuelta promete. En la primera ocasión en que se sometía a prueba, un ensayo de escaso tonelaje, pero orientativo, no ha defraudado. Es muy pronto para decir nada mientras seguimos esperando todo. Pero estamos satisfechos. Los favoritos han cumplido con interés y fuerza. Tal vez Vingegaard ceda el jersey rojo para evitar las tediosas y fatigosas ceremonias diarias de los vencedores. Pero mantendrá amartilladas sus mejores armas a la espera de emplear la definitiva.

Tras la salida neutralizada, hubo estampida instantánea de Liam Slock (Lotto), Nico Denz (Bora), Gal Glivar (Alpecin) y Jakub Otruba (Caja Rural). El pelotón ni se inmutó. Sorprendido, el Burgos BH, un equipo que tiene que plantear batalla en estas etapas de menor exigencia, lanzó a la batalla a Sinuhé Fernández cuando los fugados llevaban ya 1:15 de ventaja.

Mandaron parar a Denz porque, parafraseando La venganza de Don Mendo, «para asaltar torreones, cuatro Quiñones son pocos. ¡Hacen falta más Quiñones»! Los otros tres se miraron, preguntaron a la autoridad competente y recibieron la orden de seguir. Después de todo, la fuga ya estaba consolidada y merecía la pena agotarla. Fernández, en un ímprobo esfuerzo en solitario durante una veintena de kilómetros, se unió al terceto. Pero seguían siendo «cuatro Quiñones». Sucumbieron en la subida al puerto. Sólo eran los teloneros. Ha empezado la función y los primeros actores están en escena.

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