<p>Con <strong>una sonrisa en los labios y el brillo en los ojos</strong>, la selección española de rugby ha mostrado este domingo desde el himno que jugar contra Nueva Zelanda era un premio. En el primer partido del Mundial 2025 <i>las Leonas</i> se han enfrentado a las actuales campeonas. Y se han enfrentado sin reservas, exprimiéndose en cada choque, multiplicándose en los placajes, corriendo para cerrar huecos, plantando cara desde que acabó <strong>una </strong><i><strong>haka</strong></i><strong> que guardarán para siempre </strong>en sus recuerdos.</p>
Con poco balón y mucha defensa, las Leonas dejan una buena imagen, pese a la clara derrota, ante las campeonas del mundo
Con una sonrisa en los labios y el brillo en los ojos, la selección española de rugby ha mostrado este domingo desde el himno que jugar contra Nueva Zelanda era un premio. En el primer partido del Mundial 2025 las Leonas se han enfrentado a las actuales campeonas. Y se han enfrentado sin reservas, exprimiéndose en cada choque, multiplicándose en los placajes, corriendo para cerrar huecos, plantando cara desde que acabó una haka que guardarán para siempre en sus recuerdos.
El partido, sin embargo, arrancó para España como un mal sueño. Tras el saque inicial, las neozelandesas taparon la patada defensiva y, con una melé a escasos metros de la línea de ensayo, rozaron la primera marca antes del medio minuto. Bajo enorme presión las Leonas aguantaron los embates durante minutos. Se hicieron fuertes en defensa. No tenían el oval pero cavaron trincheras, con Cris Blanco y Nerea García impidiendo in extremis sendos ensayos en esta primera parte.
Apareció para romper el partido Jorja Miller, una estrella del circuito de seven alineada en este encuentro como tercera línea. En cuestión de minutos disparó a su equipo. En el 12 se descolgó por un ala, rompió varios placajes y posó el balón. Cuatro después, se fue por el otro extremo y ensayó de nuevo. Era la lección de la calidad: dos carreras y, de repente, 14-0 para Nueva Zelanda (minuto 16).
Si la iniciativa ha sido un monólogo oceánico (70% de posesión y 59% de dominio territorial), el patrimonio español se ha basado sobre la resistencia. Las Leonas han aguantado en las melés, han sufrido para conservar las touches propias y han competido en cada maul.
La tercera marca de las Black Ferns (21-0 en el minuto 25) ha dado paso a una fase de posesión española. Con la apertura Argudo explorando con el pie las costuras de la defensa, España ha dominado los minutos siguientes en campo rival. No ha sacado fruto de dos saques de lateral en la 22 neozelandesa, pero ha obtenido el consuelo de un tiro a palos centrado para poner en el marcador el muy digno 21-3 del descanso.
Con el paso de los minutos Nueva Zelanda ha dictado la lección del realismo. Como las españolas, ya con plomo en las piernas, habían empezado a descoserse por el centro en los últimos compases de la primera parte, las Black Ferns han pisado el acelerador en la reanudación. Más ritmo, mucha continuidad en los apoyos, movilidad al balón y contundencia para derribar a las defensoras.
Dos ensayos en los primeros diez minutos de la segunda parte ampliaban el dominio de las campeonas del mundo (35-3 en el minuto 50). Las Leonas, por contra, volvían a irse sin puntos de otro saque de lateral en la 22 oceánica. Avanzando en el empuje y en la carrera, otras dos marcas de Nueva Zelanda, una de ellas de la estrella Portia Woodman, presagiaban la paliza (47-3 en el minuto 61).
Ni siquiera entonces las jugadoras de Juan González Marruecos han escatimado un esfuerzo ni han dejado de proponer juego. Tras encajar el octavo ensayo, en superioridad numérica han levantado la cara, se han ido con una patada a campo contrario y, tras varios intentos, han pronunciado su lección, la del aprendizaje. Con el tiempo cumplido y la delantera a la carga, Inés Antolínez ha conquistado el segundo premio de esta jornada, el ensayo que permite a España endulzar la derrota (54-8) con esperanza para los próximos partidos ante Irlanda y Japón.
El Mundial, el gran escaparate del rugby internacional, arranca con otra lección estructural. Se sabe que encierra varios campeonatos en uno. Que la ampliación a 16 equipos se justifica por la necesidad de sumar nuevos públicos y mercados a un deporte que, sin ellos, se agotaría en torneos entre los contendientes de siempre. Pero la apertura a selecciones emergentes -ahí se sitúa España- sólo tendrá sentido con oportunidades y medios para que evolucionen.
Un dato añade contexto a esta derrota de las Leonas: el partido más igualado de la primera jornada se ha decidido por 24 puntos y en cuatro de los ocho encuentros la diferencia ha superado los 50. Los 46 registrados este domingo entre Nueva Zelanda y España probablemente se quedan cortos, ese es el mérito de las Leonas, para la diferencia entre un aspirante al título y un conjunto en formación, orientado al futuro. Pero también muestran que la selección femenina española ha empezado a recorrer ese largo camino.
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