Jeremy Allen White: «Hacer de Bruce delante de Bruce era deprimente, me sentía un fraude»

<p>Las metáforas las carga el diablo. Y algunas de ellas, las menos, muerden. <i><strong>Springsteen: Deliver Me From Nowhere</strong></i> es película, pero, y sobre todo, aspira a ser metáfora. De las que hacen sangre. «Me encantaría que todo el mundo, sin distinción de partidos, se sintiera aludido en mi país y que se iniciara una conversación sobre lo que Bruce significa para todos nosotros. Desde hace años nuestros líderes nos han decepcionado en todos los aspectos y en todo el mundo. Entiendo que lo sensato ahora es recurrir a personas diferentes, a ésas que siempre te animan. Bruce Springsteen es uno de ellos y puede hablarnos de una manera que los políticos son incapaces. Y eso es así porque Bruce habla de cosas que realmente nos importan», dice Scott Cooper, a la sazón director de la película que, en efecto, quiere ser metáfora. Y sigue: «Espero que la cinta abra un debate entre personas de diferentes clases sociales y con diferentes opiniones políticas. <strong>Ahora mismo en mi país no hay apenas nada que nos una. Quizá es el momento de dejar que sea él, Bruce, el que haga el trabajo»</strong>. Y así.</p>

Seguir leyendo

 El actor encarna al Boss en Springsteen: Deliver Me From Nowhere, una película dirigida por Scott Cooper que aspira a retratar con pulcritud la crisis de Estados Unidos a través de la historia de Nebraska, el disco más personal del cantante  

Las metáforas las carga el diablo. Y algunas de ellas, las menos, muerden. Springsteen: Deliver Me From Nowhere es película, pero, y sobre todo, aspira a ser metáfora. De las que hacen sangre. «Me encantaría que todo el mundo, sin distinción de partidos, se sintiera aludido en mi país y que se iniciara una conversación sobre lo que Bruce significa para todos nosotros. Desde hace años nuestros líderes nos han decepcionado en todos los aspectos y en todo el mundo. Entiendo que lo sensato ahora es recurrir a personas diferentes, a ésas que siempre te animan. Bruce Springsteen es uno de ellos y puede hablarnos de una manera que los políticos son incapaces. Y eso es así porque Bruce habla de cosas que realmente nos importan», dice Scott Cooper, a la sazón director de la película que, en efecto, quiere ser metáfora. Y sigue: «Espero que la cinta abra un debate entre personas de diferentes clases sociales y con diferentes opiniones políticas. Ahora mismo en mi país no hay apenas nada que nos una. Quizá es el momento de dejar que sea él, Bruce, el que haga el trabajo». Y así.

A su lado, el actor Jeremy Allen White (Nueva York, 1991) —que, en efecto, no es otro que el encargado de dar vida al mentado Springsteen— asiente y no puede por menos que darle la razón. «Vivimos un tiempo extraño en el que la gente tiene dificultades para comunicarse. Estamos en medio de una epidemia de soledad, una epidemia especialmente cruel entre los jóvenes. La gente se siente muy incomprendida. Es difícil encontrar la razón de tanta angustia. En general, nos enfadamos mucho cuando estamos confundidos. Eso despierta cierta rabia, y creo que el disco Nebraska de Springsteen explora este tipo de sentimientos y la manera de combatirlos», afirma tan convencido de la metáfora sobre la que camina que se diría ya en dirección de la nominación al Oscar que vendrá.

Para situarnos, Springsteen: Deliver Me From Nowhere es una película biográfica (o biopic) extraña. Y lo es por dedicarse no tanto a cantar la gloria del héroe como su más absoluta desolación. Y es ahí donde las metáforas de antes empiezan a hacer efecto. La película quiere que la ruina, angustia y simple dolor del ahora mito sea imagen viva de nuestra ruina, nuestra angustia y hasta nuestro dolor a fecha de hoy. Tras el éxito incontestable de la gira que siguió al álbum The River en 1981, Bruce Springsteen se retractó de sí mismo, volvió a sus raíces más profundas y obreras, se enclaustró en la más absoluta soledad y se entregó a un trabajo concienzudo de desmantelamiento interior muy cerca del simple suicidio. De ese pozo surgió el que para muchos es su mejor disco, el citado Nebraska, que básicamente es un proverbial ejercicio de vaciamiento al borde mismo de todos los abismos. Y en la más absoluta soledad. Y esto, que dicho así suena de nuevo a metáfora, en verdad, como nos relata puntillosamente la película de Allen White y Cooper, es literalidad pura. La depresión se lo comió todo, hasta las mismas ganas de seguir viviendo. También es cierto que de ese precipicio Bruce salió y lo hizo consciente de cada una de sus heridas. Y esto sí es, de nuevo, metáfora, además de expresión de un deseo. «Ése es el poder de la música y del cine», comenta el actor que esta vez hace de cantante.

Scott Cooper y el actor Jeremy Allen White durante la presentación de la película 'Springsteen: Deliver Me from Nowhere' en Madrid.
Scott Cooper y el actor Jeremy Allen White durante la presentación de la película ‘Springsteen: Deliver Me from Nowhere’ en Madrid.ZIPIEFE

Cuenta Allen White que cuando abordó el trabajo de dar vida a «un mito vivo» sintió un escalofrío. «Todo el mundo, especialmente sus seguidores, tiene una imagen bastante formada de quién es él. Además, está ahí, está vivo y sigue dando conciertos. Por un momento, sentí que corría el riesgo de interrumpir la relación con su público. Estaba convencido de que hiciera lo que hiciera iba a decepcionar a alguien y me costó entender que es imposible complacer a todo el mundo. Así que me olvidé de la gran figura que es para intentar comprender a un hombre que tras el mayor éxito de su carrera se sintió completamente perdido». Pausa. «Interpretes a una persona real o no, el objetivo es conseguir, entre todo el truco del cine, algo honesto. Recuerdo que a veces salía del set convencido de haberlo logrado y luego, fuera del plató, me encontraba con el propio Bruce, que siguió de cerca todo el rodaje. Hacer de Bruce delante de Bruce era deprimente. De repente, me sentía un fraude. Pero luego me di cuenta de que él con su presencia nos estaba dando permiso. De hecho, no queríamos hacer nada a sus espaldas. Rodábamos tan cerca de donde él vive que, al final, él acabó por involucrase. Su confianza me hizo crecer».

Queda claro.

Allen White ha pasado de ser Carmy en la serie The Bear a ser Bruce sin desprenderse un segundo de ni uno solo de los traumas que adornan a uno y otro personaje. «A Bruce le escuché decir que mientras actuaba en el escenario no padecía problema alguno. Durante esas tres horas sabe perfectamente quién es y cuál es su propósito en la vida. Y me siento igual. Son las otras 21 horas del día las que cuestan. La primera vez que actué con 14 años sentí un alivio y una paz que jamás había experimentado hasta entonces. Aquella era una época especialmente caótica en mi vida. Me sentía confuso, había perdido el rumbo y no daba con nada que me apasionara. Así que, pese a lo turbulentos que puedan parecer mis personajes, es cuando los interpreto cuando mejor y más tranquilo me siento. Actuar es como tomarme unas vacaciones de mí mismo», comenta el actor por aquello de seguir trazando similitudes con el músico que, a su muy peculiar manera, también es él.

Sea como sea, de vuelta a la metáfora, actor y director están convencidos de que más allá de la vida de Bruce, lo que cuenta es otra cosa. «No puedo hablar por España, pero en Estados Unidos estamos atravesando una crisis espiritual. Es un país fracturado donde la gente no se habla entre sí», comenta Cooper. Y sigue: «Ya no sabemos cuál es la verdad. Hay mucha desinformación. Antes solo se podía creer lo que se veía, pero ahora eso ya no funciona así… Bruce habla de la verdad, la autenticidad, de cosas reales y tangibles. Habla de un sueño americano que no se sabe ya qué es; un sueño americano vetado para los que viven al margen de la sociedad; un sueño americano que te debería hacer sentir que tu gobierno te cuidad y no es así; un sueño americano que debería ofrecer las mismas oportunidades a todos y no lo hace… El mensaje de Bruce es político, pero no partidista». Y Allen White, a su lado, le da la razón como el Bruce que, en efecto, es. Springsteen: Deliver Me From Nowhere es película, pero, y sobre todo, es metáfora. Y muerde.

 Cultura

Noticias Similares