<p><strong>Salvador Illa</strong> se ha doblegado a los deseos del prófugo de la Justicia española, <strong>Carles Puigdemont</strong>, y lo ha rehabilitado políticamente desplazándose hasta Bruselas para mantener con él una reunión institucional como ex presidente de la Generalitat. Ambos dirigentes han conversado por espacio de hora y media después de estrechar profusamente sus manos ante los medios de comunicación para exhibir un forzado entendimiento. El socialista se ha escudado en la necesidad de «diálogo» y ha defendido que su cesión hace «avanzar a Cataluña».</p>
El presidente de la Generalitat se cita con el acusado de malversación en el extranjero para que no sea detenido
Salvador Illa se ha doblegado a los deseos del prófugo de la Justicia española, Carles Puigdemont, y lo ha rehabilitado políticamente desplazándose hasta Bruselas para mantener con él una reunión institucional como ex presidente de la Generalitat. Ambos dirigentes han conversado por espacio de hora y media después de estrechar profusamente sus manos ante los medios de comunicación para exhibir un forzado entendimiento. El socialista se ha escudado en la necesidad de «diálogo» y ha defendido que su cesión hace «avanzar a Cataluña».
Tras la cita, y a pesar de las mutuas muestras de cordialidad, Puigdemont ha desdeñado los efectos del enciuentro y ha alegado que»se tendría que haber producido hace muchos meses y no en Bruselas, sino en el Palau de la Generalitat, en la capital de Cataluña». El líder de Junts ha reclamado la aplicación de la Amnistía en todos los supuestos y ha negado la pacificación de Cataluña pregonada por Illa y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, desde la aplicación de los indultos en junio de 2021: «Hoy ha vuelto a quedar claro que no vivimos en situación de normalidad». Según relatan fuentes conocedoras del encuentro a EL MUNDO, esa misma posición ha sido defendida por el independentista ante Illa, que lleva meses reclamando la exoneración del delito de malversación que pesa sobre Puigdemont llegando, incluso, a atacar al Tribunal Supremo por negarse a aplicar el borrado penal al ex president.
El actual jefe del Ejecutivo catalán ha recibido al también presidente de Junts en la embajada que la Generalitat tiene instalada en el corazón de la capital belga, bajo el argumento de que su responsabilidad delictiva en la organización del referéndum ilegal del 1-O debe quedar anulada en aplicación de la Ley de Amnistía.
Que el Tribunal Constitucional presidido por Cándido Conde-Pumpido avalara antes del verano la norma diseñada por el PSOE y el propio partido Puigdemont es justificación suficiente para que la visita se haya podido producir, en opinión de Illa, y a pesar de que el Tribunal Supremo siga considerando inaplicable la amnistía en el caso de Puigdemont, acusado de usar fraudulentamente fondos públicos para impulsar la votación secesionista de 2017, cuando presidía la Generalitat.
Puigdemont ha sido increpado a la llegada a la delegación de la Generalitat en Bruselas por una ciudadana catalana al grito de: «No soy facha ni independentista, pero lo que ha hecho con los catalanes no tiene nombre: cabrón» y, posteriormente, ha ingresado en el edificio oficial, en el que ya le esperaba el president, llegado desde Barcelona apenas una hora antes para ejecutar un viaje exprés que buscaba dos claros propósitos: blindar el apoyo que Junts sigue prestando al Gobierno de Pedro Sánchez a pesar de los casos de corrupción que asolan al PSOE y alfombrar un próximo encuentro entre el jefe del Ejecutivo y Puigdemont, que colmaría la rehabilitación política del mandatario secesionista, iniciada por el entonces secretario de organización del PSOE, Santos Cerdán, el 30 de octubre de 2023, cuando posó con el jefe los neoconvergentes, también en Bruselas, para escenificar el acuerdo con Junts en torno a la Ley de Amnistía y la investidura de Sánchez.
El gesto de Illa tiene, si cabe, más calado, pues al también líder del PSC no le ha importado comprometer la institución de la Presidencia de la Generalitat para servir a los intereses de Sánchez, del que es su principal garante.
En el año que lleva como president, Illa ya se había citado con el resto de anteriores jefes del Ejecutivo catalán, incluyendo al evasor fiscal confeso, Jordi Pujol. Esta excepción había sido reiteradamente criticada por Puigdemont, que la usaba para cuestionar la «normalización política» de Cataluña, que hoy también ha negado tras verse con el socialista.
Fue Illa quien propuso a Puigdemont mantener este encuentro para inaugurar el actual curso político sólo 48 horas después de la última reunión entre Zapatero y el presidente de los herederos de Convergència en Suiza, que tuvo lugar el pasado viernes. El prófugo aceptó por «respeto» al presidente de la Generalitat, pero el acercamiento de Illa no tiene por qué facilitar la estabilidad de la legislatura española. Junts seguirá cobrando caro su respaldo a Sánchez y en absoluto garantiza el impulso de los Presupuestos Generales del Estado, que el presidente se propone presentar sin apoyos suficientes para que sean aprobados. Fuentes de Junts aseguran a este diario que la negociación «pieza a pieza» proseguirá como mecánica habitual después de la reunión entre Illa y Puigdemont, y que tampoco se relajaría la exigencia incluso después de un eventual encuentro con Sánchez.
Una vez ejecutada la misión encomendada por el presidente del Gobierno, Illa regresará a Barcelona, sin siquiera pasar la noche en Bruselas. Previo paso, eso sí, por la exposición sobre el milenario de Montserrat, ayer inaugurada en el Parlamento Europeo. El abad de Montserrat -símbolo del nacionalismo catalán- había rendido antes oportuna pleitesía a Puigdemont, visitándolo en su mansión de Waterloo para contribuir, también, a su rehabilitación política, en la que la Iglesia catalana esta participando activamente, al igual que el empresariado: cabe recordar que el presidente de la patronal Foment, Josep Sánchez Llibre, se reunió en abril de 2024 en Perpiñán con el líder de Junts, en plena precampaña de las últimas elecciones al Parlament.
España