Hanan Alcalde, la ‘Barbie Gaza’ de la flotilla detenida por Israel: «Hemos sido ‘torturados vip’, pero torturados»

<p>Ana Alcalde, <strong>Hanan</strong> en su nombre islámico tras casarse con <strong>Amin</strong>, su marido, atiende a EL MUNDO entre entrevista y entrevista en distintas cadenas de TV.</p>

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 Trabajadora social de 47 años e ‘influencer’ -«y mis seis hijos lo son también»-, ha sido una de las caras del grupo de activistas repatriados por el Gobierno español  

Ana Alcalde, Hanan en su nombre islámico tras casarse con Amin, su marido, atiende a EL MUNDO entre entrevista y entrevista en distintas cadenas de TV.

Hace mes y medio era una ‘influencer’ con miles de seguidores obsesionada con Palestina. Ahora, tras su paso por los barcos que intentaron llegar a Gaza con Greta Thunberg o Ada Colau, y devuelta a España tras pasar varios días detenida en Israel, ya es ‘Barbie Gaza’, o ‘Lady Flotilla’, o una luchadora por los derechos de los gazatíes, dependiendo de quien la observe. ¿Ha servido para algo? Ella tiene clarísimo que sí.

SERGIO ENRIQUEZ-NISTAL
¿Cómo se encuentra?
Bien, ya en España mejor. Una vez detenidos, estuvimos una noche en el barco y cuatro en el centro de reclusión, pero no podría jurártelo porque no nos dejaron descansar: todo el rato nos ponían a los perros, o nos hacían chequeos, nos impedían dormir…
En plan Guantánamo…
Sí, nos ponían vídeos del 7 de octubre [el ataque de Hamás que provocó la respuesta de Israel], nos obligaban a hablar, nos ponían las pistolas…
Les fastidiaban.
Para que no descansáramos. Nos privaron de medicina y de descanso, pero aguantamos.
Y hubo una especie de comparecencia judicial, ¿no?
Sí, sin abogados, sin diplomáticos. Nos decía la juez que estaba ahí para velar por nuestro derechos, y digo yo, ¿pero de los derechos de quién, si sois Israel? Me preguntó si tenía algo que denunciar, y dije: ‘Claro: torturas, malos tratos, 48 horas sin comer, 36 sin beber agua…». Nos dieron comida caducada, agua no potable… Pedíamos la medicación y decían que los animales no tenían doctores…
¿Cómo? ¿Pero llevaban con ustedes animales?
No, no, que nos llamaban animales a nosotros… Y cuando decíamos que llevábamos con nosotros una chica muy joven que dependía de una pastilla para que no se le parara el corazón se reían, y nos quitaban todo y lo tiraban al suelo a malas, nos tiraban la kufiyas y las pisaban, como niños pequeños. Les dijimos, sobre la chica: ‘Es urgente’, y dijeron: «Será urgente cuando se le pare el corazón’
Joé…
Sí. Y la señora esta irlandesa de 70 años que necesitaba un aerosol y no se lo daban, y al final tuvieron que sacarla de allí en un avión, a esa casi se la cargan…
¿Cómo se mete usted en esta historia de la flotilla?
Yo siempre he estado en la lucha antirracista, y el sionismo es una ideología supremacista que sólo busca crear un Estado judío para oprimir a los palestinos. Pero sobre todo me interesé por esto en Madrid, en Amnistía Internacional, que tienen un mural que cuando lo vi me quedé impactada: somos socios de un apartheid contra los palestinos…
Ahí se metió en el tema.
Sí, desde siempre he llevado a Palestina en mi corazón, y me dije: «Mira, voy a utilizar la viralidad que tengo en la familia, la tontería esta de los bailecitos y los postureos, y de vez en cuando voy a meter mis ideas». Pero conforme lo hacía y la cuenta era muy viral y subía, cuando llegaba al millón me la tumbaban, por tema político siempre: que si promovía el terrorismo, que si delito de odio…
Se la chapaban.
Sí. Incluso me metí en agencias, les contraté, para ver por qué me la cerraban, y decían que cuando se reunían con TikTok y se lo planteaban, que en referencia a mi caso nunca les decían por qué.
Había mano negra.
Sí, siempre por el activismo político. Y antifascista. Así estaba yo y saltó el 7 de octubre entremedias [los ataques de Hamás a Israel], y yo pensé: «Madre mía, la vida de un israelí vale lo que 1.000 palestinos: a estos se los van a cargar». Si han muerto 1.000 israelíes, estos se van a cargar a un millón de palestinos… Y sí, a eso iban.
Pero lo del 7 de octubre… ¿Eso cómo lo vio usted?
Evidentemente los secuestros son un crimen de guerra, pero yo me planteo qué puede hacer un pueblo que no tiene ejército para defenderse de la ocupación. ¿Qué haría yo? Yo no puedo aceptar la muerte de inocentes, jamás…
Pero el 7 de octubre también murieron israelíes…
Fue una masacre, pero hubo fuego cruzado y los israelíes también usaron la directiva Aníbal, lo admitió el ‘Haaretz’, que es el tercer periódico más leído…
¿Qué es eso de Aníbal?
La directiva Aníbal, que dice que en una situación de conflicto no hay que dejar prisioneros, porque puede ser motivo de negociación: está comprobado que ellos, desde sus propios helicópteros, dispararon contra su propia población…
¿Ellos mismos? Pero lo del 7 de octubre fue un ataque unilateral de Hamás a Israel, ¿no?
Un ataque que se daba junto al ataque sistemático de Israel a los palestinos todos los días, porque todos los días hay un 7 de octubre en Gaza, todos. ¿El 7 de octubre está mal? Sí. ¿Lo condenamos? Sí. Pero, ¿cuántos sufre en Palestina?
¿Y cómo se enrola en esta… En la flotilla?
En cuanto salió el tema dije: «Vamos a ver, es que no puedo dar más: yo tengo que estar en la flotilla y tengo que poner mi cuerpo, porque ya no puedo dar más de mí, ya tengo que darlo todo». Había abandonado todo en esos meses previos, y…
¿Con «todo» qué quiere decir?
Había abandonado a mi familia, el sentarme a comer con mi familia, el celebrar mi cumpleaños, o el de mi madre. Yo dejé toda mi vida. Once horas diarias, 23 meses, nunca paré un día de contar cosas de Gaza. Nunca, nunca.
O sea, se metió ahí a tope.
Me convertí en los informativos de Gaza en lengua española, por así decir. No salía en ningún lado el tema, pero yo tenía contacto con los periodistas palestinos, traducía del árabe todo y analizaba la geopolítica: si había una manifestación en Alemania, si algún país había reconocido al Estado palestino… Yo de todo tenía que informar. Y me di cuenta de que era la única persona que informaba en lengua hispana. Me llamaban de Argentina: «Si no lo cuentas tú, no nos enteramos de que hay un genocidio…».
Hombre, pero a Argentina llegaría alguna cosa también, ¿no?
En Latinoamérica no estaban como aquí, recurrían por ejemplo a Canal Red [la web de Pablo Iglesias]. Y me escribían mucho por privado, decían que no se informaba de nada…
Pero en España sí, ¿no? Yo lo veía en el telediario…
Bueno, algo sí, pero habíamos normalizado que esta gente [Israel] fueran nuestros socios, como si fueran un país democrático. ¿Habríamos dejado participar a un equipo nazi en la Vuelta Ciclista a España? Pero a ver, vemos niños amputados en directo, ¿y no se ha parado el genocidio? Hombre ya. Sólo valía la presión en la calle.
Total, que sale la flotilla y se mete.
Bueno, es que Thiago y yo nos conocíamos ya de las redes sociales…
¿Qué Thiago?
De Ávila, el brasileño que lo organiza todo, porque él era como yo en Brasil, la voz del tema allí. Él me invitó en 2023 para una caravana en Cuba…
Y fue para allá.
No, porque me pilló trabajando, no pude ir, no podía irme tanto tiempo. Estaba en un equipo psicosocial, luego en un psiquiátrico…
Porque, ¿en qué trabaja usted?
Yo soy trabajadora social, tengo la plaza de funcionaria en el equipo de valoración de la discapacidad de Ceuta. Por trabajo no me podía ir de caravana a Cuba 15 días… Yo no sabía que la persona que más hablaba de esto en Brasil me seguía, yo tenía en ese momento muy pocos seguidores, 20.000 o así, y ahora tengo un 1.100.000, imagínate… En realidad esto pegó un subidón cuando él fue a la anterior flotilla, y le meten a Greta [Thunberg] y a él en la cárcel… Entonces veo que hay que romper ese asedio, y romperlo por el mar, y que la gente vea que te secuestran en aguas internacionales, y que no son un Estado democrático…
Porque a ustedes les detienen en aguas internacionales.
Sí, tanto a la anterior flotilla como a la nuestra. Pero si es que tardamos luego 24 horas en llegar a Israel. Y no te recibe el Gobierno español, ¿eh?
O sea, dejó su curro por la causa palestina.
Sí, el 23 de octubre [de 2023], eso hice, desde que empieza todo esto no tengo tiempo suficiente para contarle al mundo lo que pasa. ¡Es que yo veía la masacre todos los días!
Vale, deja el curro: ¿de qué vive?
Bueno, mi marido trabaja y luego tengo una villa que alquilo, que es una pequeña empresa. Y reduzco los lujos: dejo de hacer todo, vamos.
Y empieza a vivir en Internet, en las redes sociales.
Pero me quitaban las cuentas, tuve que contratar varios meses a un hacker para recuperarla. Luego otra vez, y me ayudaron unos voluntarios de Egipto. Y ahora estoy baneada [expulsada].
A todas estas, usted se convirtió al islam por amor, he leído.
A ver, yo nací en Albacete, estudié en Granada y luego en la Complutense en Madrid. Yo acabé la carrera, mi amiga estudiaba Enfermería en Ceuta, fui a recogerla allí y me lo presentó a él… Pero vamos, que yo ya había hecho el Ramadán antes de conocerle.
O sea, que ya tenía usted inclinación por el rollo.
Sí, coincidían muchas cosas con mi interés… Bueno, yo en aquella época era rastafari, como hippie total, y desde fuera nos han vendido una cosa que es producto del sionismo, que es la islamofobia, el barbudo islamista radical y tal, y que cuando lo conoces desde dentro no hay nada que ver…
Vamos, que se metió en el tema.
Sí, sí, aprendí a leer y escribir árabe en un mes, con mis clases particulares, y estuve dos años de novia con él, pero ahí ya me había convertido. Para los musulmanes no soy musulmana por mi forma de vestir, evidentemente, pero los pilares los cumplo todos.
¿Y el Islam y la mujer, eso cómo…?
Hay diferentes sistemas, que no podemos ver el mundo desde Occidente. Tú no vas a convencer a una musulmana de que quiera vivir como una europea, porque para ella la europea es una esclava del capitalismo, está esclavizada por lo que la esclavice a ella, o es un objeto de consumo, o tal. La musulmana se evadió y está contenta con su pañuelo, debajo del pañuelo hay un cerebro: una científica, una abogada… No se dice por ejemplo que, con el islam, si la mujer trabaja puede quedarse su sueldo, mientras que el marido debe proveer. Sólo se habla del machismo. A ver, es que hay que dejar a los pueblos progresar como quieran.
¿Era usted religiosa de pequeña?
De chiquitita sí, pero en la universidad me hice agnóstica: cuando estudié arte en COU y vi la mafia de la Iglesia, perdí la fe…
Pero el islam también tendrá sus negocietes, ¿no?
Bueno, no tiene papa, para empezar. Ni imágenes. Es una energía superior y no sabemos cómo es.
Ya.
Yo me conecté con una energía superior, porque ¿cómo va a ser que este mundo tan perfecto ha podido crearse con… magia? No, no. Y, a ver, un musulmán se puede casar con una cristiana o con un judío, pero un judío no: debe tener una madre judía. Pero, eso sí, radicales somos nosotros, ¿eh?
En esas semanas de flotilla, ¿pasaron ustedes hambre?
Hemos comido muy mal, pero al lado de lo que comen los palestinos imagínate: latas en conservas… En las paradas, cuando se rompían los barcos, comíamos mejor, pero todo mezclado: garbanzos con lentejas, hala ahí… Se te quitaban las ganas de comer.
Y todos ahí apelotonaos un montón de semanas… Ahí pasaría de todo, ¿no?
Jajaja… Eso ha sido un ‘Gran Hermano’ cada barco, ahí ha habido de todo, o sea, imagínate, jajaja…
¿Va a haber hijos de la flotilla dentro de nueve meses?
Jajaja… Ha habido pasiones también, y enamoramientos, pero platónicos, jaja… No, pero teníamos que cumplir con la cosa que…
¿Cuántos eran en total?
497, pero muchos se quedaron por el camino: a uno le dio un microinfarto, otro enfermó…
¿Cómo se llamaba su barco?
El Adán. Con 22 independentistas de la CUP, jajaja… Ahí bandera española nada, ahí todo la catalana… Pero es que a mí me encanta la gente que piensa diferente, yo amo la diversidad, por eso me metí en inmigración… Incluso hablando con los de la CUP he aprendido mucho de sus reivindicaciones.
Ha contado usted que antes de irse su madre le dijo…
Sí, que si me pasaba algo, mi padre se quitaba la vida. Sí [se para a pensar, por primera vez en la charla]. Sí. Eso me hizo plantearme pararme en la última parada esa en que subía el ministro, y me dan la opción de bajar [nuevo silencio]. Pero al final continúo porque yo no le podía dar la victoria al sionismo.
Joé, es más importante el sionismo…
Sí, que mi propia vida.
Y la de sus padres.
Sí, sí. Antepuse la causa a todo…
Y usted tiene pila de hijos, ¿no?
Sí, seis. Pero sí, antepuse la causa palestina a toda mi vida. Y a ellos. A todo.
Qué fuerte. ¿Hanan es su nombre real?
No, es el de conversa, yo me llamo Ana.
Una vez les sacan de allí, del barco…
Las jaulas a pleno sol, no bebíamos…
¿Y qué les llega que hace el Gobierno español?
Nada, nada. Suponemos que se tiene que estar liando porque ellas querían pegarnos, las policías de la cárcel. Y a los hombres les decíamos que por favor no entraran en las celdas, porque estábamos en ropa interior, y aún así entraban, y nos alumbraban con las linternas, y nos tocaban al andar… Bueno, porque a ver, hicimos motines históricos, que si salieran… Toda la noche cantando ‘Bella Ciao’, y ellas histéricas, y ellos diciéndoles, en lo que entendíamos: «¡Tranquilas, que os están provocando!». Y cantábamos mucho, sólo por Palestina, nos comunicábamos así.
¿Coincidió mucho con Greta o con Ada Colau?
En mi jaula sí coincidí con Greta y con Ada. A Greta sí la traté, pero ella es verdad que no se socializa con nadie, es muy clara, pero…
Es un poco… ¿No?
Sí, asperger, y como con un tema de relaciones sociales… Pero la tía cuando habla es muy lúcida, y es para soltar un lema, pum… Ella a lo mejor estamos en la jaula y no habla con nadie, y de pronto dice: «Estamos cincuenta y…». ¡Ya había hecho la cuenta ella! «Estamos 57 personas en 23 metros cuadrados». Te da los datos, jaja…
Como Forrest Gump.
Sí, ella igual estábamos todas hablando, «este cabrón me ha hecho esto», «pues a mí me ha dado un cabezazo», «a mí me ha currado», y ella de pronto…
En plan robot…
Sí, la tía: «Somos 57 mujeres encerradas a pleno sol en una jaula de 10 metros cuadrados». Y todos: «Joé, pues sí, eso hay que decir, sí señora». Es clara, concisa, no tiene ego y es una inspiración para los jóvenes. Yo quiero que mi hija sea así.
Vamos con las críticas.
‘Barbie Gaza’, jajaja… Bueno, ¡tampoco me han llamado ‘Bruja Gaza’, que podía ser! Jaja…
Jaja… Lo del activismo chic.
Sí, activismo chic: todo lo que sirva para denunciar que hay un genocidio, pues correcto.
Sí es verdad, me va a perdonar, que se empezó a hablar en los informativos más de la flotilla que de los muertos del día en Gaza…
Bueno, pero se estaba transmitiendo una visión política, que ha conducido a este acuerdo… Se hizo ver a los gobiernos que las calles iban a explotar. Conforme la flotilla avanzaba, el acuerdo avanzaba.
A ver: narcisismo activista.
La derecha me va a buscar algún fallo, evidentemente. Pero yo cuando se llegue al Estado palestino desaparezco totalmente. De hecho, no he cobrado ni una entrevista… Es que la TV ha llegado muy tarde a TikTok. Cómo te lo cuento: yo nunca he estado en una playa sin que me pidieran una foto, y los de TV se creen que somos famosos de ahora. A mí me han cerrado muchas cuentas, con millones de seguidores. Yo habría podido seguir con mis redes, que eran: me voy a surfear a Bali, me voy a surfear a Canarias, siendo una privilegiada, con un buen nivel de vida. Todos mis hijos son influencers, cobran de eso, son independientes, viven de eso…
¿Todos sus hijos son influencers?
Claro, todos cobran de eso, desde los 16 años.
No sabía. Pero ¿qué años tienen?
Y mi hija es imagen de una marca de lujo, árabe de Francia, cobra 12.000 euros y tiene 21 años…
Pero usted qué edad tiene.
Yo 47. Pero a ver, que yo no necesitaba la causa palestina para salir por ahí… Esa misma niña chiquitita [señala a su hija de 11 años] tiene millones de reproducciones, hace cosas desde pequeñita, hay millones de hashtag sobre ella…
Pero mujer, exponer así a los niños…
Por eso me cerraron las cuentas también.
Pero es un poco peligroso, ¿no?
Sí, pero es que esto es ir contra el avance, los nuevos tiempos funcionan así. Yo no conocía la Red, pero ella quería jugar, con un control parental, como todo. Pues ya está.
Otra crítica: la escena al llegar este domingo a Barajas. Esa alegría, pegando saltos… mientras en Gaza está como está, que no hay un edificio en pie. No sé…
Yo lo primero que pregunté es si había algún acuerdo, alguna firma, si habíamos conseguido algo. Y una activista palestina que se pudo bajar del barco me dijo que… Bueno, esta chica por cierto, se libró de algo gordo, porque la acusaban y se tuvo que bajar, que si no se come allí cárcel o sabe dios…
Ya, es una guerra, allí te matan…
Claro, a ver, que a nosotros nos torturaron de aquella manera, no nos tiraban a los perros, nos ladraban… Nosotros no sufrimos ni una milésima parte de lo que pasan los palestinos. A ellos sí les lanzan los perros, los desfiguran, hay muertes en las cárceles. Pero decías, al llegar…
Sí, esa alegría como futbolística…
Sí, pero es que nos dijeron que había un acuerdo, y lo importante es que se dejara de matar a niños. Date cuenta de que habíamos tirado los móviles al mar, porque si no se ponían a buscar cosas en ellos, o nos acusaban de usarlos como armas. No sabíamos que había pasado y fue un alegrón.
¿Se iría a vivir a Gaza, a darlo todo sobre el terreno?
[Piensa] Sí. Sí, pondría mi cuerpo para ayudar a los campesinos a los que disparan a la distancia cuando van a recoger las aceitunas. Sí, lo haría. Yo, es lo que me mueve, ese cambio en el mundo. Visibilizar esto. Aunque cueste mi vida.
Se iría entonces.
Me iría. Me iría, en el momento en el que pueda. A ver, me para un poco mi hija pequeña [la observa]. Ya tengo tres criados, y otros dos casi, pero la pequeña… Pero mi idea es seguir esta lucha.
Sobre las torturas que han sufrido ustedes, imagino que habrá que graduarlas con respecto a lo que sufren los palestinos.
Nada que ver, por supuesto: privilegiados. Hemos sido torturados…
Torturados vip.
Exactamente, torturados vip. O sea, torturados de acuerdo a un Estado de Derecho como es España, que aquí serían torturas muy duras. Pero al lado de lo que hacen a los palestinos no es nada. A los hombres por ejemplo les pegaron, a nosotras no.
Y la flotilla, ¿quién la pagó?
Pues donaciones, ONG, eventos que se han hecho para recaudar dinero… Pero mejor pregunta a la organización.
¿Qué piensan sus padres de su activismo?
Bueno, ellos vienen de la Andalucía profunda y…
¿Son votantes del PP?
Nooooo… Jajaja… Buf, mi padre se tiró desde los 11 años embarcado en el mar, y luego en el campo, hemos sido muy pobres. Y yo tenía la ilusión de estudiar para darles mejor vida a mis padres.
¿Y lo ha hecho?
Bueno, yo me fui primero a Madrid a una comuna…
Anda.
Sí, y ahí había mucho debate ideológico: anarquismo, comunismo. Por eso, me decidí meterme en esas ramas. Me metí en Trabajo Social. ¡Me fui a Madrid con 500 pesetas! Y pago impuestos alegremente.

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