Enjambres de drones Shahed 136, el arma psicológica del Kremlin

<p class=»ue-c-article__paragraph»>El 13 de junio de 1944, a las 4:25 de la madrugada londinense, una especie de proyectil con alas y zumbido metálico cayó en Grove Road. Además de derribar un puente ferroviario, mató a seis personas e hirió a otras 42. Esta nueva arma, conocida como V-1, <strong>sobrevolaba la ciudad a baja altura y era uno de los sueños de Adolf Hitler</strong> para imponer el terror nocturno en la población británica: también resultaba relativamente barata y pretendía saturar las defensas .</p>

Seguir leyendo

 Rusia multiplica la producción de aparatos no tripulados para tumbar la moral de los civiles de Ucrania  

El 13 de junio de 1944, a las 4:25 de la madrugada londinense, una especie de proyectil con alas y zumbido metálico cayó en Grove Road. Además de derribar un puente ferroviario, mató a seis personas e hirió a otras 42. Esta nueva arma, conocida como V-1, sobrevolaba la ciudad a baja altura y era uno de los sueños de Adolf Hitler para imponer el terror nocturno en la población británica: también resultaba relativamente barata y pretendía saturar las defensas .

«Es como vivir con una lotería mecánica», definió uno de los reporteros de la BBC ante la caída de los primeros ejemplares. «Mientras zumba, seguimos. Cuando calla, rezamos», comentaban los londinenses, ya que cuando apagaba el motor significaba que iba a impactar contra el suelo en unos segundos.

Aunque la estrategia de ataques con estas armas finalmente fracasó y no desequilibró la balanza de la Segunda Guerra Mundial hacia Alemania, su uso dejó una profunda impresión en la población londinense. Hasta George Orwell, cuyo piso fue arrasado por una V-1, de cuyas ruinas pudo salvar el manuscrito de Rebelión en la granja, se basó en ellas para crear las bomba-cohete que destruían Londres en su novela 1984.

La V-1 del Tercer Reich es, pese a sus diferencias tecnológicas, el referente militar más cercano al blitz sobre Londres que cada noche desata Rusia sobre las ciudades ucranianas con sus drones iraníes Shahed 136, ya fabricados por Rusia con el nombre de Geran (Geranio), hasta el punto que se ha convertido, en la actualidad, en el arma más determinante de la guerra.

image

¿Por qué un dron lento, con un petardeo sonoro que delata su vuelo bajo, que es fácilmente derribable con ametralladoras pesadas y que no tiene una ojiva explosiva demasiado grande (unos 40 kilos de explosivo dependiendo de la versión) resulta tan preocupante para Ucrania y sus aliados?

El 13 de septiembre de 2022 varios drones Shahed atacaron una concentración de carros de combate de la brigada 92 de Ucrania, que consiguieron derribar uno casi intacto cerca de Kupiansk (región de Járkiv) y difundieron fotos de los restos. Estos artefactos apenas hicieron mella en los blindados, pero les dio pistas a los rusos de que su uso no estaba en el campo de batalla, sino mucho más lejos: en las ciudades de retaguardia. 10 días después los lanzaron contra Odesa y crearon el pánico entre sus habitantes.

En aquel primer año de guerra, los ejemplares llegaban directamente desde Irán, vendidos por la dictadura de los ayatolás. Tras comprar la licencia, comenzaron a producirse en masa en Rusia. Hasta el año pasado se fabricaban unos 100 al día, pero ya están en 500 unidades cada 24 horas y el objetivo es terminar el año fabricando 1.000 por jornada. Se trata, por su nombre militar, de munición merodeadora, o sea, es un arma aérea desechable que combina rasgos de dron y de misil: se lanza, merodea (permanece en el aire) buscando o esperando un blanco y, cuando lo detecta o se ordena, se lanza en picado y detona sobre él. Es lo que han hecho los rusos con el Shahed, usarlo en enjambre y mantenerlo, a veces, dando vueltas sobre una ciudad a gran altura para agotar las municiones antiaéreas y luego lanzarlo en picado contra su objetivo, que han sido desde bloques de viviendas hasta parques públicos o grandes almacenes.

¿Puede Rusia lanzar mil drones por noche contra las ciudades ucranianas? Estamos ya en cifras de 570, con lo que no es extraño que lo veamos antes de que termine este año. ¿Puede el Kremlin rendir a Ucrania con esa estrategia? No por sí sola, pero llenar los cielos de estos enjambres de drones Shahed puede causar enormes problemas al país invadido. Para empezar, un dron que a Rusia le cuesta producir unos 20.000 euros puede impactar contra un objetivo de gran valor, como una central eléctrica, un depósito de combustible o una empresa de tecnología. Ucrania trata de derribarlos con ametralladoras o con cañones antiaéreos, pero no con misiles. ¿Por qué? Porque cualquier misil que use Kiev es mucho más caro que el propio dron.

Por ejemplo, una batería antiaérea IRIS-T puede tumbar fácilmente a este dron, pero sus misiles valen en torno a 400.000 dólares por unidad, mientras que los de las baterías Nasams valen un millón y los de Patriot, unos cuatro millones por cada proyectil. Es decir, si Ucrania usara estos interceptores para derribar a los Shahed ya sería una victoria para Rusia.

El método más eficaz hasta ahora ha sido utilizar los cañones autopropulsados Gepard, un blindado alemán de la Guerra Fría (aún no existía nada parecido a estos drones) que ya estaba retirado del servicio, pero que se muestra implacable cuando lo detecta con su poderoso radar. El problema es que Ucrania sólo tiene 250, que tiene que mover cada noche por su enorme geografía en busca de los corredores que usará Rusia para alcanzar las ciudades.

Y, mientras tanto, ¿qué estrategia sigue Ucrania? Kiev ha copiado los diseños con gran éxito, pero no las tácticas rusas. El Liutyi es un dron kamikaze ucraniano, de características muy parecidas, capaz de atacar al corazón de Rusia. Es el responsable de quemar las principales refinerías de la Federación Rusa y sus fábricas de armas durante los últimos meses, aunque Ucrania no lo usa como factor de terror contra la población como hace Moscú.

Esa falta de medios obliga a usar el bisturí en vez del martillo de los bombardeos masivos y Kiev está llevando a cabo ataques de precisión contra objetivos vulnerables dentro de Rusia, en particular aquellos que apoyan la logística militar y la infraestructura energética. Rusia es tan grande que tiene enormes dificultades para protegerlo todo y Kiev se aprovecha de esos vacíos.

La guerra sigue en escalada.

 Internacional

Noticias Similares