<p>Mirando atrás, los brutales ataques perpetrados por Hamas hace dos años han supuesto una doble desgracia para los israelíes.</p>
Mirando atrás, los brutales ataques perpetrados por Hamas hace dos años han supuesto una doble desgracia para los israelíes. Por un lado, demolieron una de l
Mirando atrás, los brutales ataques perpetrados por Hamas hace dos años han supuesto una doble desgracia para los israelíes.
Por un lado, demolieron una de las certezas sobre las que se asentaba el Estado israelí: la de que Israel era el lugar donde los judíos estaban seguros. La incontestable superioridad militar de Israel no pudo evitar unas masacres que, en el ensañamiento de su motivación y ejecución, estaban calcadas de los pogromos que a lo largo de la historia han construido la identidad del pueblo judío. Si se hizo el Estado judío y se lucharon tantas guerras fue precisamente para evitar que esas masacres volvieran a ocurrir, para evitar que ninguna Hannah Arendt volviera a escribir que los judíos se dejaron llevar al matadero sin oponer resistencia. El 7-O de 2023 los israelíes se sintieron indefensos ante la brutalidad de Hamas, postrados ante el chantaje de los rehenes y enfrentados otra vez al cuestionamiento de su derecho a existir.
Transcurridos dos años, esas matanzas, en las que vimos a los milicianos palestinos desatar sus peores instintos, han traído una segunda desgracia: convertir al Israel atacado aquel 7-O en un paria internacional, objeto de la indignación de la opinión pública mundial, sujeto a sanciones económicas, boicoteado y llevado a juicio por, precisamente, genocidio –el delito creado para nombrar lo que se le hizo al pueblo judío-.
En estos dos años, el Gobierno de Israel ha dilapidado el capital político y moral que aquellos atentados le concedieron. Antes del 7-O, mediante los llamados Acuerdos de Abraham, Israel había logrado, con el apoyo de EEUU, consolidar una coalición con los países árabes cuya piedra de bóveda era el olvido de la cuestión palestina. Hoy el Estado palestino puede parecer lejos, pero los reconocimientos de Reino Unido y Francia, arquitectos coloniales de Oriente Próximo, dejan claro que ese Estado es visto internacionalmente como la única solución posible para proteger a los palestinos de Israel.
A muchos israelíes les indigna que los atentados del 7-O hayan legitimado la causa palestina y alimentado el antisemitismo. Pero ese resultado es exclusivamente responsabilidad de su gobierno. Hamas, una organización terrorista teocrática y totalitaria que desprecia la vida, ha logrado que el mal que hizo se le devuelva por diez. Los pogromos legitimaron el Estado de Israel, las decenas de miles de civiles gazatíes asesinados por Israel legitiman hoy el estado palestino.
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