Los sanitarios de Gaza al límite: «Muchos compañeros han perdido 20 kilos en las últimas semanas»

<p><strong>Jornadas de hasta 48 horas, a veces sin comer, atendiendo en hospitales saturados y con cada vez menos medicinas.</strong> Así trabajan miles de sanitarios en la <a href=»https://www.elmundo.es/e/fr/franja-de-gaza.html» target=»_blank»><strong>Franja de Gaza</strong></a>, relatan a este diario varios trabajadores de <strong>Médicos Sin Fronteras (MSF)</strong>, que, tras casi dos años de guerra, también se han visto afectados a nivel personal por los bombardeos y las continuas órdenes de desplazamiento del ejército israelí. Es el caso de <strong>Sabreen Almaseri</strong>, fisioterapeuta gazatí que trabaja desde hace cinco años con esta organización internacional. «Detrás de cada paciente hay una historia desgarradora, otra vida marcada por el sufrimiento. Aquí, la gente está agotada, destrozada, pero aún así intenta seguir adelante», señala en un testimonio escrito sobre su trabajo.</p>

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 A la presión sobre los equipos médicos, se añade la inseguridad en los centros sanitarios, objetivo constante de los bombardeos israelíes  

Jornadas de hasta 48 horas, a veces sin comer, atendiendo en hospitales saturados y con cada vez menos medicinas. Así trabajan miles de sanitarios en la Franja de Gaza, relatan a este diario varios trabajadores de Médicos Sin Fronteras (MSF), que, tras casi dos años de guerra, también se han visto afectados a nivel personal por los bombardeos y las continuas órdenes de desplazamiento del ejército israelí. Es el caso de Sabreen Almaseri, fisioterapeuta gazatí que trabaja desde hace cinco años con esta organización internacional. «Detrás de cada paciente hay una historia desgarradora, otra vida marcada por el sufrimiento. Aquí, la gente está agotada, destrozada, pero aún así intenta seguir adelante», señala en un testimonio escrito sobre su trabajo.

Hace pocos días, el ejército israelí desplegó sus tropas a las puertas de Ciudad de Gaza, amenazando con una inminente ofensiva para tomar el control de la mayor localidad del enclave. «Volvía del trabajo cuando vi gente corriendo, mujeres gritando y llorando. Sonó mi teléfono, era mi marido. Me dijo: ‘Date la vuelta rápido. Han avisado a toda la zona. Van a bombardearla'», relata Almaseri. «La explosión no sólo sacudió el suelo, nos destrozó el corazón. Nuestra casa, con todos nuestros recuerdos, desaparecieron», lamenta. Hace apenas unas semanas, Almaseri y su familia habían regresado a casa -al creer que sería un lugar más seguro- tras pasar varias semanas en una tienda de campaña en Ciudad de Gaza. «Una vez más estamos desplazados. Esta es la undécima vez que nos vemos obligados a huir desde el comienzo de esta guerra. Es la vez más difícil, porque sé que nunca volveré a casa», escribe.

Con el 86% de Gaza considerada zona militarizada o bajo órdenes de desplazamiento, no hay un lugar seguro donde huir, con los territorios restantes superpoblados, sin estructuras básicas para atender a miles de personas y sin acceso a alimentos ni agua potable. A ello se añade una creciente hambruna -declarada por la ONU- que afecta a más de medio millón de personas, una cuarta parte de la población de Gaza. Este miércoles otras diez personas murieron de inanición en el enclave, y la cifra total de fallecidos ya asciende a 313, entre ellos 119 niños. La desnutrición requiere un tratamiento médico prolongado, por lo que el creciente número de pacientes está sobrecargando aún más unos hospitales que operan «al límite», cuentan los sanitarios. «El número de pacientes en el programa de desnutrición se ha quintuplicado desde mayo», cuenta por teléfono desde Ciudad de Gaza Caroline Willemen, coordinadora de proyectos de MSF. «Otro tipo de lesiones, ortopédicas o quemaduras, también tardan ahora más en sanar, debido a la desnutrición», advierte.

El bloqueo israelí a la entrada de alimentos al enclave, también afecta a los sanitarios. «Incluso si pueden comprar comida, muchos de ellos siguen sin poder alimentar a sus familias», describe Willemen. «En el punto álgido de la crisis en Ciudad de Gaza, mis compañeros llegaban a trabajar sin haber comido en las últimas 24 o 48 horas. Muchos compañeros han perdido 20 kilos en las últimas semanas y meses».

A la abrumadora presión sobre los equipos médicos se añade la inseguridad en los centros sanitarios, que, pese a que se han convertido en refugio para muchos desplazados, han sido objetivo constante de los bombardeos israelíes. Más de 1.500 trabajadores sanitarios y 460 cooperantes han muerto desde octubre de 2023, en 700 ataques contra el sistema de salud, que han golpeado hospitales, clínicas y servicios de equipos de rescate, revela un reciente informe conjunto de una veintena de organizaciones humanitarias internacionales.

El último ataque se produjo el pasado lunes, cuando el ejército israelí bombardeó en dos ocasiones el hospital Nasser -el mayor centro sanitario del sur de Gaza- golpeando el servicio de urgencias, la sala de hospitalización y una de las unidades quirúrgicas del centro. En el doble ataque murieron 20 personas, entre ellas cinco periodistas que trabajaban para medios internacionales. El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, tildó el ataque de «trágico accidente», aunque después el ejército señaló que su objetivo era una «cámara de Hamas». Una investigación de los medios israelíes +972 Magazine y Local Call, revela que se estos dobles ataques son una estrategia «rutinaria» del ejército israelí, que golpea por segunda vez una zona cuando se encuentran los equipos de rescate atendiendo una emergencia.

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